¿Sabía que...?
El bronceado es una reacción de protección de la piel. Los melanocitos son las células que producen el pigmento de la piel: la melanina. Este pigmento absorbe la energía y la dispersa en forma de calor, captando los radicales libres formados por esta reacción. Así, la pigmentación natural es una protección frente a los rayos UV. No obstante, no es la misma protección para todos los tipos de piel. Algunas se queman con facilidad y prácticamente no se broncean, y para otros tipos de piel es justo al contrario. Los dermatólogos hablan de fototipos que se sitúan en una escala del 1 (pieles muy blancas) al 6 (pieles negras). Cuanto menor sea el fototipo, más protección necesitará la piel.
Consejo práctico
Para broncearse con total seguridad, dele tiempo a su piel para que pueda desarrollar su pigmentación. Expóngase progresivamente, evitando las horas de máxima insolación entre las 12h y las 16h. Utilice protección externa, en especial con un cuidado fotoprotector que tenga un índice de protección elevado, de entre 30 y 50 según su fototipo. Tenga siempre en mente que las protecciones solares no tienen por objetivo alargar el tiempo de bronceado sino limitar los riesgos asociados a una exposición razonable. La eficacia de las cremas solares se atenúa, además, cada 2 horas. Después de cada baño, acuérdese de volver a aplicar crema solar sobre la totalidad de su cuerpo.